A ocho kilómetros de la ciudad de Fray Bentos y a 315 km de Montevideo, Las Cañas sorprende al que llega por primera vez por sus espléndidas construcciones y su infraestructura, notorias desde la ruta. Será por eso, entre otras cosas, que este balneario atrae no sólo a uruguayos sino también a turistas de la región, sobretodo argentinos. Queda claro enseguida que no se trata solamente de sol y playas: los alrededores tupidos de montes nativos con ceibos, espinillos, arrayanes y sarandíes brindan un contexto único para el camping, junto a una gran variedad de aves son atractivos del turismo natural. Así llegan excursionistas y turistas deseosos de una conexión con el entorno y también investigadores. A todos los llama el peculiar paisaje de vegetación autóctona y alóctona, ya que los sedimentos que acarrea el río Uruguay hacia la desembocadura del Río de la Plata depositan una gran variedad de semillas sobre nuestras costas.
El propio nombre, Las Cañas, proviene de una especie que abunda en la zona: la guada trinii o más comúnmente conocida como “tacuara brava” es una planta hidrófila – es decir, que necesita un ambiente muy húmedo – característica de la zona desde tiempos inmemoriales dice Miguel García, subdirector de Turismo de Río Negro.
El río Uruguay abraza sus costas lo que hace de sus extensas playas el principal punto de atracción. Allí se practican todo tipo de deportes acuáticos. El agua, al ser de río, tiene una temperatura muy agradable. Al atardecer las arenas dejan una imagen única: su color dorado cristalino se conjuga con la anchura del río y condensa una variedad de paisajes bellísimos. De ahí que muchos llamen a Las Cañas “ la capital del atardecer”.
Texto Mauro Menoni